11.6.09

Madrugada

A oscuras me levanté. Ni mi Soledad tenía ganas de estar despierta. Las últimas gotas de la lluvia nocturna seguían cayendo de las tejas. Llevaba más de una hora que me había despertado sin querer en esta extraña madrugada. Hora y media, para ser exactos. En la cocina traté de servirme agua en un vaso... Derramé todo el líquido en el piso. Al final lo logré después de pasar el trapeador por el, mal limpiado, piso. Glu-glu y creo que siento algo extraño. Me doy cuenta que es una hipoglucemia sin chiste. A comer lo primero que vea: un plátano.

Poco a poco se eleva el nivel y comienza a volverme el sueño. Son las 6 con 16 de la mañana y estoy frente a mi computadora, forevereando. Es la única fuente de iluminación en toda la casa gracias a la ya mencionada lluvia de anoche, que cuando regresé del cine me percaté que se había llevado la energía eléctrica de mi casa y sin más, limitó mi rutina nocturna. Recién prendí un cigarro, por las ganas y por la necesidad de espantar un mosquito que me molesta y que, ahora recuerdo, también fue causante de mi despertar.

Esta hora me ha llenado de angustia por el futuro (más). Comencé a divagar y a recordar sensaciones que no quería. Me invadió una angustia momentánea –oh, me acaba de picar el mosco- cuyo origen es el pensar en el cambio. Esa que sientes cuando estás en tu primer día de lo que sea: clases, trabajo, o cualquier actividad que te saca de una rutina para comenzar otra que no conoces y que estás apunto de hacerlo. Esa que sentí cuando estuve laborando en febrero y que ahora volvió sólo por un divage madruguero. Y me vi en un lugar en el que debía estar pero no quería/podía. Y me sentí impotente. Maldita dependencia. Y el mosquito sigue jodiendo. ¿Lo que busco será realmente lo que quiero? Hay tantas posibilidades y a la vez ninguna.

Me cuestioné acerca de mi situación de desempleo y la posibilidad de un extraño auto-sabotaje, la cual trato de descartar pero no tengo razone suficientes. ¿Será una posibilidad o es mero debraye de madrugada?

¿Dónde quedó esa capacidad de afrontar lo que viene?

Ahora leo estas líneas y me siento un poco ridículo. Tengo veinticuatro años y sigo temiendo por cosas a las que les temía hace 18. Esa necesidad de seguridad que tanto anhelo y que –hasta cierto punto- tengo, kaboom, se esfuma en un segundo, con un solo pensamiento.

Comienzo a desesperarme por lo que sucede en mi cotidianeidad y no creo que sea algo deseable. Trato de que no me supere. Espero que no me supere. Ya son las 6.43 y el sol no ha aparecido como otros días. Guardaré este texto y mañana, cuando regrese la energía eléctrica, estará a la vista de todos. Mañana será otro día, pero no diferente a los demás.

Es hora de dormir.