¡Monja encarcelada!

No están ustedes para saberlo, pero yo sí para contarlo (crónica [larga] de un viaje medio improvisado):

Resulta, señores lectores, que el domingo veintiocho de diciembre (ese mentado día de los inocentes) es el aniversario de vida de mi querida novia. Así que dos amigos y yo decidimos aventurarnos a la travesía de ir por ella a su pueblo (porque la señorita estaba en la vacación por las festividades decembrinas).

Subidos al coche los tres (y la novia de uno de ellos), partimos hacia Irapuato a las 10:30 de la mañana -aproximadamente-, ya que de antemano yo sabía que era muy probable que ella saldría a comer con su familia, pos pa celebrar su onomástico, y queríamos/debíamos alcanzarla antes de que saliera de su casa.

Embestímonos pues por la carretera libre hacia Irapuato (eeerk, primer error), aunque el conductor sabía que era por San Juan de los Lagos. Una hora y recibo el primer mensaje de ella. Luego el segundo. Pasamos varios pueblos: Degollado, Atotonilco... Dentro del auto el ambiente era tenso por saber qué iba a pasar y cuánto tiempo nos faltaba para llegar. Erróneamente todos apelamos a mi mala memoria y confiábamos en que llegaríamos al lugar "porque yo ya había ido" (como si me aprendiera tan rápido las cosas).

Ya vamos llegando a Pénjamo."Estamos esperando a que llegue mi papá para irnos", cantaba el mensaje esperado por todos. Pícale que ya es la 1:15 y a las 2 se van a comer. Por supuesto que no iban a comer en el mismo pueblo, sino en Irapuato (el cual queda a veinte minutos de dicho lugar). A regañadientes tomamos la autopista (de paga, pues) hacia Irapuato con la esperanza de que llegaríamos antes que su padre a la casa.

Eeeeerk, segundo error. Después de preguntar dos o tres veces, y que nos desviaran los guanajuatenses, dimos con la carretera al pueblo. Dos de la tarde con tres minutos. A huevo que alcanzamos. Mensaje: "¿ya saliste de tu casa?". Esperemos la respuesta mientras seguimos avanzando. "Ya, vamos camino a Irapuato". Great! Regresémonos a la carretera, iremos a la ciudad a buscar un restaurante del cual sólo conocemos el nombre: Luciano's.

¡Taxista! "Oiga, ¿sabe dónde queda una pizzería que se llama Luciano's?". Con toda seguridad: "sí, claaaroooo. Se va por _____ y llega a no sé dónde y la chingada y ahí es". Nosotros: "esteeem... Sure! Gracias, eh amigo guanajuatense!". Nada. Pos amos hacia el centro de la ciudad, quialcabo está pequeñita. Seguimos preguntando, todos nos mandaron a la calle Vicente Guerrero. Pos ahí ha de estar. Llegamos y damos una, dos, tres, cuatro vueltas por la cuadra. Nada. Ella ya había llegado al lugar y pos ni cómo fregados preguntarle "honey, ¿dónde chingados es porque... Pos estoy perdido en Irapuato y, ya te arruiné la sorpresa, pero ni pedo".

Bajamos del coche. Imagen: Todos hambrientos caminando bajo el sol irapuatense de las tres de la tarde, yo con una bolsa de regalo y un globo con helio. "Pos aquí nos dijeron que estaba... Y pues no está(s)" haha chiste local. Nada. Regresemos al coche todos. Preguntamos de nuevo. "Uuuuuy está re leeeeejos", giramos la cabeza y ahí estaba la calle que buscábamos. Parece ser que los irapuatenses no tienen la misma idea de distancias que nosotros los tapatíos. Todo está bien lejos (tres cuadras, y no miento). Nos mandaron del otro lado de la ciudad, por el estadio. No dábamos. La cumpleañera estaba apunto de salir del restaurante. "No puede seeer, qué haremos". Pos a pedirle la dirección, yaquelín. "¿Cuál es la dirección de Luciano's?". "Lázaro Cárdenas no sé qué, ¿por?". No respondí.

Después de dar no sé cuántas vueltas por toda la ciudad, apunto de llegar, recibo un mensaje que decía más o menos así: "Vamos a una pastelería que se llama La Suiza, porque hay un pastel de mil hojas buenísimo". Damn! Pos preguntemos por la mentada Suiza. Y que llegamos a la pastelería. "Oiga, ¿no vino una chava que es así y asado (haha asado)". Pos que sí. Noooo, corramos con todo y hambre a la central camionera, antes de que compre el boleto. Con las nalgas como aspirina y a toda velocidá casi llegamos a la central. De repente, otro mensaje: "Nos paramos en la nevería porque a mi hermano se le antojó nosequé, apenas vamos a La Suiza". Pa pronto a regresarnos a la pastelería. Pinche doña nos mintió, no habían ido.

Llegamos y la señorita (con su madre) pidiendo un pastel. Córrele con el regalo y el globo. ¡Sorpraaaaaaaaais! No pos que la novia me da un abrazo y un beso. ¡Casi se suelta llorando! Bien feliz que me puse por ella. Hola a toda la familia, presentando amigos y novias.

Pos ora nos llevas a la mentada pizzería que nunca encontramos. Estaba a dos cuadras del último lugar donde buscamos. Pinches irapuatenses malavibra. Comimos y "hay que conocer el pueeeeblo". Pos amos. Duramos como media hora y partimos de nuevo hacia mi ciudá, con todo y novia feliz y amigos a los cuales estoy muy agradecido. Por hacerle pasar un momento agradable a ella y a mi.

Fin de la crónica, nada más que contar por el momento.